Enfermedad crónica de la piel que se manifiesta por brotes de eccemas recurrentes y esta asociada a historia familiar o personal de asma, rinitis, conjuntivitis alérgica e intolerancia alimentaria. Suele tener un importante compromiso hereditario y comenzar desde la lactancia o infancia hasta la pubertad, llegando un pequeño porcentaje a la adultez.
Con respecto a su origen, no se puede establecer una única causa, se observan alteraciones en la inmunidad y en la formación de algunos componentes de la piel.
El cuadro clínico se caracteriza por picazón crónica, lesiones de eccemas con localización habitual, sequedad de piel y signos asociados como labios secos, descamados y agrietados o pliegues palpebrales (estigmas)
Como vimos más arriba la lesión característica de este cuadro es el eccema, el cual se define como un síndrome inflamatorio caracterizado por la presencia de “ampollitas¨ agrupadas, enrojecimiento y picazón en piel.
Señalamos que estas lesiones suelen tener una localización habitual que varia de acuerdo a la edad del paciente:
Lactantes: zonas convexas faciales (mejillas, mentón, frente), caras extensoras de miembros superiores e inferiores.
Infantes: cara, cuello, tronco y superficie flexora de miembros superiores e inferiores.
Adulto: párpados, labios, tronco, pliegues del codo y poplíteo. Puede afectar pezon, axila y región genital.
Su evolución se caracteriza por ser recidivante y desencadenada por factores ambientales como el clima y el estrés psicológico. A pesar de esto el 95% de los niños afectados muestran remisión completa antes de los cinco años de edad.
El tratamiento se divide en medidas generales y farmacológicas.
Tratameinto general:
Evitar irritantes, es decir sustancias o productos que agredan a la piel como pueden ser: solventes, jabones fuertes y perfumados, cosméticos con surfactantes y fragancias, ropa de fibra sintética y estrés.
Se recomiendan baños cortos y a temperatura media.
Usar cremas sin fragancias.
Tratamiento psicológico del paciente y de ser necesario a sus familiares directos.
Tratamiento farmacológico:
Corticoides tópicos u orales según gravedad.
Inmunomeduladores: sustancias que regulan la actividad inmunológica a nivel local o general. Recordamos que la respuesta inmunológica desregulada es la base del cuadro atópico.
En caso graves se recurre a drogas inmunosupresoras.