Desde el año 2000, se celebra el Día Mundial del Corazón con el objetivo de concientizar a la población acerca de la importancia de las enfermedades cardiovasculares (ECV), así como para promover su control.
Actualmente, las ECV representan casi la tercera parte de todas las muertes del mundo y es probable que estas cifras aumenten en los próximos años. La incidencia de enfermedad coronaria aumentará debido al incremento de la esperanza de vida y a la elevada prevalencia de factores inadecuados en el estilo de vida (tabaquismo, comida chatarra, menor actividad física, etc.).
Es importante dejar en claro que ya no es válida la vieja idea de que las enfermedades cardiovasculares sólo afectan a varones de mediana edad, estresados y con exceso de peso, de los países desarrollados. En la actualidad, varones, mujeres y niños están en situación de riesgo. Los esfuerzos que se realizan con vistas a reducir la morbilidad y la mortalidad prematura debe centrarse en el terreno de la promoción y la prevención. Para ello es de vital importancia la incorporación de la educación para la salud como un contenido independiente de la enseñanza en todos los ámbitos, y no como un agregadocurricular o extracurricular de otras asignaturas. Los valores normales de presión arterial, glucemia y colesterol no debería constituir un enigma para nuestra población. No se podrá aumentar la percepción de riesgo en quienes se encuentran ignorantes ante el peligro, ni tampoco se podrá lograr que los individuos soliciten precozmente los servicios médicos ante un evento cardiovascular agudo si la población desconoce las manifestaciones clínicas sugestivas de la enfermedad, así como sus potenciales implicaciones. El 80% de las muertes prematuras por ECV se pueden prevenir haciendo pequeños cambios en nuestro estilo de vida: alimentación, ejercicio y control del estrés. Así, podemos controlar mejor la salud de nuestro corazón y vencer a las enfermedades cardiovasculares.